[spotifyplaybutton play=”spotify:album:15xN5nr2KFFScKLjVxwIgd” view=”coverart” size=”300″ sizetype=”width” theme=”white”]
Para una introducción precisa acerca de lo que Herbie Hancock representa para mí en la historia del jazz, me remitiré a las palabras de Miles Davis sobre el pianista, durante algún tiempo compañeros de acordes: “ese sonido ya es viejo. Ya no se puede hacer eso, hay que hacer otras cosas”.
El genial trompetista y Hancock coincidieron en 1963 en la formación V.S.O.P . Una agrupación forjada con carácter temporal, ideada por y para hacer dinero. Tenía todos los ingredientes para ello: conocidas figuras del jazz (Wayne Shorter, Ron Carter, Tonny Williams) estilo cool para todos los públicos, una muy buena producción discográfica, unas cuantas giras… Éxito y dólares asegurados.
Para Davis supuso un alto en el camino experimental que ya había encauzado, un descanso y preparación creativos para el músico y para los oídos de sus incondicionales antes de abordar el jazz fusión definitivo. Para el resto, entre ellos Hancock, un chollo. Easy piece para el bolsillo. Habían en encontrado la fórmula: los estándares de toda la vida, un poco de groove y la imagen de extravagante gentleman desaliñado para marcar postura (copiada del Miles, por cierto).
Y así lleva ya cerca de 30 años nuestro amigo Herbie, viviendo de las rentas musicales de otros y aportando lo mínimo. Cierto que el famoso pianista nos ha brindado algún tema para recordar, aunque más por ser pegadizos y haber servido de base a otros géneros musicales que por su efectiva genialidad. Reconozco con ello el relativo mérito de Cantelope Island, Watermelon Man y Rock-it, que hicieron, por cierto, las delicias del hip-hop Old School con samples incisivos y repletos de funk.
_
The New Standard es un poco más de ese todo y nada repetitivo que da que pensar sobre un talento que apuntaba a nuevos derroteros del jazz y, arrepentido por el cómodo sonido del centavo ha quedado estancado en este insustancial easy listening del jazz, si es que se puede llamar jazz.
Ahora me comparan el rompedor y arriesgado Rock-it de 1983, un caramelo de experimentación audiovisual, con estos New Standard… ¿nuevo? Termino recuperando de nuevo al Príncipe de la Oscuridad: “lo que me gustaría es que Herbie cogiera su grupo Rock-it y toque con ellos, en vez de lo que está haciendo ahora”.
[youtube width=”600″ height=”365″ video_id=”pERrVMbsCfg”]