Ficha técnica
Director: Lara Izagirre
Guión: Lara Izagirre
Producción ejecutiva: Gorka Izaguirre
Dirección de fotografía: Gaizka Bourgeaud
Reparto: Irene Escolar (June), Tamar Novas (Diego), Ramón Barea (aita), Mariano Estudillo (Aitor), Lier Quesada (Nico), Naiara Carmona (Ane), Paula Soldevila (Pili)
Duración: 95 minutos
País: España
Año: 2015
Distribuye: Good Films
Gonzalo Rodríguez Blanco
Lara Izaguirre sorprende con una ópera prima en la que narra el delicado momento por el que pasa June cuando decide regresar a casa después de una larga ausencia. Este es el inicio de Un otoño sin Berlín, sin duda una película que removerá los sentimientos de los espectadores ante las peculiares situaciones que viven sus protagonistas.
Un otoño sin Berlín es una gran historia que se centra más en la evolución personal de sus protagonistas que en la mera trama. Obviamente, tiene hechos que les suceden a los personajes principales, pero estos pasan a un segundo plano, pues lo que realmente importa es cómo esto afecta a la vida personal de cada uno de ellos. De esta manera, se atisban pequeños cambios y evoluciones personales a cada momento. Es de esta manera como esta película capta nuestra atención de una manera positiva.
Así pues, hay que centrarse en cada personaje. En primer lugar, hay que destacar la gran labor interpretativa de Irene Escolar (June), la protagonista principal del largometraje y sobre la que cae todo el peso de la película. Cada breve diálogo que tiene o cada gesto sutil que esboza en su rostro muestra un estado de ánimo diferente que nos indica cómo evoluciona poco a poco June. Las situaciones familiares, de pareja y con sus amistades tendrán una fuerte influencia en ella, no tanto por sus actos, sino por cómo ella vive los cambios que no supo afrontar en el pasado.
Tamar Novas, por su parte, interpreta a Diego, un escritor que no sale de su casa y que causa el sufrimiento a June por su negativa a cambiar de actitud. Su actuación supone un contrapunto al personaje femenino. Ella es luz y él es oscuridad. Toda la evolución de June vendrá marcada por la extraña relación que tiene con Diego. Sin duda, este introvertido personaje puede convertirse en uno de los más queridos del filme y generar una curiosa simpatía por el modo en el que entiende la vida.
Roberto Barea es otro personaje importante. Bien es cierto que aparece poco y habla menos, pero no hace falta que lo haga más. Con una mirada o incluso con un pedo lo dice todo. Su peso es muy importante por la relación que tiene con June, su hija. Hay actores así, que con su mera presencia tienen una enorme capacidad comunicativa. Los estados de ánimo se manifiestan en su rostro como un libro abierto que dice en cada momento aquello que quiere con majestuosidad.
Y por último, pero no menos importante, aparece en la historia la luz del joven Nico, interpretado con autoridad por Lier Quesada. Este personaje supone un nuevo atisbo de luz en la narración.
Otro aspecto que destaca es la fotografía y la música. Cada elemento nuevo de escenografía que aparece supone un cambio en la evolución de los personajes. Una ventana abierta, un plato más en la mesa, una pizza en la salita de estar, un cuadro torcido o una canción improvisada por Irene Escolar (June) y Mariano Estudillo (Aitor) significan un cambio en los estados de ánimo y en las subtramas.
Hay historias que quedan marcadas en la memoria de los espectadores por la espectacularidad de sus historias o escenas. Un otoño sin Berlín, sin duda, marcará al espectador por la fuerza de sus personajes.
Dato cinéfilo
La directora Lara Izagirre llevó a cabo un rodaje poco usual. Se trató más bien de un rodaje cooperativo en el que todos los miembros del equipo aportaban sus ideas para mejorar las escenas en pequeñas asambleas. De esta manera, nunca se dio una escena mala por buena, con el objetivo de contar mejor la historia de June.